jueves, 1 de diciembre de 2016



Paisaje todo amarillo, con hombre amarillo sentado en el centro. Arriba a la izquierda un enorme redondo sol amarillo delante de un cielo amarillo. Abajo: una pradera amarilla con pasto amarillo, con algunas manchas que son tréboles de color amarillo oscuro. Árboles de tronco amarillo con ramas amarillentas y hojas amarillitas, jugosos frutos provocadoramente amarillos. Corre una suave y agradable brisa amarilla, que juega con las tranquilas y amarillas aguas de los charcos. El hombre amarillo parece muy cómodo.

Hombre amarillo: ¡Ah! ¡Qué cómodo estoy!

Pasan seis horas, en las que observamos con sumo placer la comodidad del hombre amarillo. Cuando ya la amarilla noche penetró todos los cuerpos amarillos, entra caminando una hormiguita colorada.

 Hormiga: ¡Mierda! ¡Qué es este lugar! ¡Es todo amarillo!

Se ve el detalle de cómo el amarillo corazón del hombre amarillo se estruja semejante a un trapo. Despide un dolor amarillo que como amarillos alfileres atraviesa los testículos y ovarios del público de la sala, que es de todos los colores.
Habla el amarillo corazón del hombre amarillo:

Amarillo corazón del hombre amarillo: ¡Aléjese de aquí, monstruo asqueroso!

Las hormigas, en este planeta, no oyen las palabras de los corazones. Así que sin inmutarse sigue caminando y se trepa al hombre. Le camina todos los contornos, pie, pierna, cintura, etcétera, hasta llegar a la cabeza. Se detiene en la parte más alta del techo de la cabeza del amarillo sujeto. Como es de entenderse, siendo todo amarillo, lo único que se ve es la hormiga roja. Hace gárgaras, la hormiga, con tibia agua amarilla, se limpia la garganta roja y, solemne, se dispone a hablar.

Hormiga: El meridiano de la circulación de la energía sexual va desde la tetilla hasta el dedo medio de cada mano. Se corresponde a los órganos sexuales e influye en el estado de la energía vital. La energía creadora tiene su sede en los órganos sexuales.

La hormiga se tira un pedo.

Para los vedas, el semen masculino, llamado bindu, y el flujo femenino, considerado también una sustancia poderosa y llamado raja, cuando no se consumen en el ejercicio de la sexualidad se transmutan en un precioso aceite esencial dorado llamado ojas, que sirve para la regeneración y la renovación de todos los órganos vitales.

La hormiga se tira otro pedo.

Es la materia prima de la energía kundalini. Tiene un valor inmenso, hay que evitar su despilfarro. Mil gotas de leche materna se necesitan para formar una gota de sangre, y mil gotas de sangre producen una gota de semen.

La hormiguita hace caca en la cabeza del hombre amarillo y se va. En otro planeta, aunque en el mismo escenario, hay dos caballos, un gateado y un zaino. Hay un montón de colores, pero predominan los marrones.

Gateado: ¿Seguís pensando en ella?
Zaino: Todo el tiempo.

El gateado camina hasta la heladera.

Gateado: ¿Sospechaste en seguida?
Zaino: Sí. Sospeché en seguida.

El gateado saca una cerveza de la heladera. La abre y da un trago del pico.

Zaino: Es imposible no sospechar, cuando al trabajo lo encarga un anónimo. Ahora la intriga es porqué la asesina me contrataría para investigar su propio homicidio. Que haya simulado su muerte es comprensible, pero ¿que siga viviendo en el mismo lugar, y contrate un caballo detective para una investigación que si llega a buen puerto termina con ella presa?
Gateado: ¿Vas a seguir investigando, aunque nadie te pague el trabajo?
Zaino: No puedo evitarlo. Está en mi naturaleza.

El gateado, que ya está borracho, se tira a dormir en el sofá. Entra, silenciosa, la hormiguita roja.

Zaino: ¿Querés tomar algo?
Hormiga: No. No tenemos mucho tiempo.

El zaino la mira como un viejo verde. La hormiga lo mira como una puta linda.

Hormiga: No tenemos mucho tiempo.  

El zaino la pone de espaldas. La hormiga apoya las dos patitas delanteras en el sofá y se prepara para recibir. El zaino se lame el casco de su pata superior derecha, que queda chorreando saliva, y lo usa para lubricar el ano de la hormiga. Sin ni un poquito de amor, sin mirarla a los ojos, le mete de un envión su pija gigante de caballo triste y desorientado. La hormiga grita, no se entiende si de placer o de dolor, pero qué importa si es placer o dolor. Parece imposible que los gritos no despierten al gateado, que duerme en el sofá. Pero no lo despiertan. Al hombre amarillo, en otro lugar del escenario, de todo esto le llega un rumor, que no sabe entender. La hormiga empieza a transpirar. El corazón del hombre amarillo bosteza, y de su bostezo sale el Ferrocarril Urquiza. El tren viaja, hasta atropellar a los caballos y a la hormiga: a la hormiga no le hace nada, porque es muy chiquita, le pasa por arriba, pero al gateado lo destripa y al zaino le corta la chota. Camina agonizante, desangrándose su entrepierna, por al lado del mar.

Zaino: Quién pensaría que el momento final me encontraría en este estado, envidiando el triunfo de los pájaros, el chillido lleno de dolor de esos pájaros porfiados que saben que también van a morir y que cuando mueran se van a ver a sí mismos envidiar a las estrellas, estrellas que también van a morir y que cuando mueran van a envidiar a…

El zaino muere. Una ola lo acaricia varias veces mientras empalidece y su carne se pone dura.
El hombre amarillo no vio nada de lo que pasaba, pues sus ojos solamente ven las cosas que son amarillas, y sus oidos solamente escuchan el sonido proveniente de cuerpos amarillos, etcétera.
Es una suerte, porque si hubiera podido mirar a los caballos, la cerveza, la intriga, la hormiga, el sexo, la muerte, los pájaros y el mar se hubiera sentido mal.
Igual, y nadie sabe porqué ni cómo, algo siente, algo le llegó de todo esto, y frente a la extrañeza de una emoción que su cabeza no puede justificar, llora un poco.